Hoy en día la carga tributaria que pesa sobre los contribuyentes puede llegar a resultar bastante gravosa, ya que existe una diversas bastante amplia de impuestos que se pueden generar en la operación normal de las empresas.
Así, tenemos por ejemplo que las personas morales tienen una carga impositiva compuesta del 30% de Impuesto Sobre la Renta (ISR) calculado sobre sus ingresos, 16% de Impuesto al Valor Agregado (IVA) sobre las compras que
realicen, un reparto de utilidades del 10% de sus ingresos, y en su caso, el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IESPS), los Impuestos Generales de Importación y Exportación (IGIE), más los impuestos locales que puedan existir en cada entidad federativa, como el Impuesto Sobre Nóminas (ISN) o el Impuesto Predial.
Los anteriores gastos, sumados a los costos de operación del día a día, son una causa de pesar para todos los contribuyentes, al ser tan extremadamente gravosos sobre sus ingresos, pues incluso las operaciones ordinarias que deseen llevar a cabo generan el pago de impuestos.
Ante tal escenario, es común, y en ocasiones incluso necesario, que los contribuyentes opten por implementar algún plan que les permita tener que pagar una cantidad menor de impuestos de manera legal.
A este tipo de planes se les llaman “estrategias fiscales”, y se caracterizan por permitir a los contribuyentes optimizar su carga tributaria, e incluso disminuir el pago de impuestos legal y eficientemente mediante la previsión del impacto
tributario de cualquier operación.
Aunque parezca que la planeación fiscal es un rubro exclusivo de las grandes empresas, la realidad es que se trata de una herramienta útil y al alcance de todos los contribuyentes, sin importar su tamaño.
¿Cómo se hace una estrategia fiscal?
Para llevar a cabo una estrategia fiscal, se pueden seguir tres pasos ordenados, los cuales, sirven para elegir el fin, el medio, y el cómo llevarlo a cabo, mismos que requieren de un conocimiento profundo amplio tanto de las normas fiscales y
generales, así como de las operaciones del contribuyente para quien se diseñen, y son las siguientes.
1. Trazado de metas
El primer paso para llevarlo a cabo es distinguir el aspecto del negocio que se pretende optimizar, a fin de determinar la simpleza y complejidad de la estrategia a implementar.
Por ejemplo, si se pretende impedir la salida constante de los recursos, es ideal una planeación de flujos, como pago de proveedores, gastos fijos o inversiones.
Esta estrategia permite programar la acusación de los impuestos que implican una reducción al flujo de efectivo, con lo cual es posible uniformar los ingresos y erogaciones, para permitir una correcta inversión de los recursos, sin generar el
pago de impuestos que se acumulen y reduzcan el flujo de efectivo.
2. Análisis de alternativas
En segundo lugar, se requiere tener en cuenta la naturaleza de las operaciones a llevar a cabo, para determinar el impacto fiscal que tendrá en caso de implementarse, y en su caso, substituirla por otra que tenga el mismo fin, pero con un impacto fiscal menos oneroso. Esto se puede lograr mediante la utilización de alguna figura que, conforme a la ley, genere una carga fiscal más baja, goce de algún beneficio extraordinario como un subsidio, acarree una deducción mayor
que otras alternativas, permita diferir el pago de la contribución para más tarde o incluso se encuentre exento.
3. Implementación
Por último, sólo se debe vigilar el cumplimiento estricto de los requisitos fiscales que establece el Código Fiscal de la Federación para su acumulación y deducción de cada ingreso o gasto que se haya generado, a fin de no incurrir en alguna falta que pueda acarrear problemas en un futuro.
Esto es, se deben generar los respaldos documentales de la operación conforme a lo que prevean las leyes aplicables, a fin de cumplir con toda la normativa vigente, tanto en materia fiscal como en las restantes.
¿Qué debo proteger al implementar una estrategia fiscal?
Lo más importante al diseñar e implementar una estrategia fiscal es no perder de vista que son complejas y podrían prestarse a malentendidos con la autoridad, puesto que hoy en día se le sataniza al considerarlo como una actividad con implicaciones como prácticas de evasión, como la adquisición de facturas y otras más.
Asimismo, hay una serie de criterios publicados por la autoridad fiscal, denominados “prácticas fiscales indebidas”, que consisten en estrategias que, si bien son legales, la autoridad desaconseja su implementación, por lo que puede ser riesgoso llevarlos a cabo.
Así, para evitar cualquier contingencia, siempre es indispensable recibir la asesoría de un especialista que pueda revisar la situación concreta de tu negocio, y proponer un plan específico que se adapte a las necesidades y características de cada contribuyente.